lunes, 24 de octubre de 2011

Efecto Zeigarnik

Bluma Wulfovna Zeigarnik (9 de noviembre de 1900 − 24 de febrero de 1988) fue una psicóloga y psiquiatra soviética que descubrió el efecto Zeigarnik y estableció la psicopatología experimental como una disciplina separada.
Nacida en una familia judía en Prienai, Zeigarnik se matriculó en la Universidad de Berlín en 1927. Describió el efecto Zeigarnik en un diploma preparado bajo la supervisión de Kurt Lewin. En 1930, trabajó con Levi Vygotsky en el Instituto soviético de medicina experimental. Durante la Segunda Guerra Mundial, ayudó a Alexander Luria a reparar lesiones de cabeza. Fue co-fundadora del departamento de psicología de la Universidad Estatal de Moscú y de todos los seminarios rusos de psicopatología. Falleció en Moscú a la edad de 87 años.

Se llama efecto Zeigarnik al fenómeno de evocación que ocasiona una tarea que se deja sin terminar. Según observó la investigadora rusa Bluma Zeigarnik, las personas tendemos a mantener más vivo el recuerdo de las experiencias incompletas que el de aquéllas que hemos logrado concluir. Cuando un objetivo es culminado, nuestra mente se desprende con facilidad de él y vuelca sus energías en otro objetivo nuevo. Zeigarnik ponía el ejemplo de unos camareros que recordaban con todo detalle las peticiones de los clientes hasta el momento en que les atendían; una vez servido el plato, sin embargo, muchos de ellos eran incapaces de acordarse de qué había comido cada persona.
Según sus ideas, para superar los traumas necesitamos tener conciencia de haber alcanzado una meta, concluido una etapa, superado una fase. Muchas veces esa necesidad se concreta en la búsqueda de un por qué, de una razón que explique los acontecimientos del pasado. Cuando no logramos dar con esa razón, el efecto Zeigarnik hace que los recuerdos sigan atormentándonos hurgando en la herida no cicatrizada. Al mismo tiempo que olvidamos cosas que desearíamos mantener vivas en la memoria, hay otras que no conseguimos olvidar debido a que no les encontramos la explicación necesaria para darlas por sepultadas. La falta de un por qué de nuestras penas remotas y de nuestras desgracias azarosas sigue dando trabajo al pensamiento.

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