viernes, 27 de mayo de 2011

Slow Cities: Estatutos

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Disco del mes: "Noites do norte" Caetano Veloso




Lanzado en el 2001 al mercado, está en parte inspirado por aquel mismo espíritu, algo que siempre ha sido uno de los hilos conductores de la obra de Caetano Veloso, esa voluntad de renovación y de adaptación a los movimientos musicales más actuales pero sin perder de vista la raíz en la música popular de su país.
El disco “Noites do Norte” se dirige a la cultura del nordeste del país de donde el procede, y está concebido, en parte como un breve tratado sobre el tema del esclavismo y su importante huella en la sociedad brasileña actual.
Aprovechó con este lanzamiento para realizar una crítica a los medios de comunicación colocando el disco en internet para que fuese escuchado previamente a cualquier comentario o pregunta de los periodistas y lanzó un duro alegato contra los medios diciendo que antes de valorar la llamada “Música comercial” deben evaluar la calidad del producto comercial que ellos mismos ofrecen al público.

Un disco de Caetano Veloso en el que estuvo presente en todos los detalles en forma personal, incluso haciendo los arreglos de la sesión de vientos.

Caetano reconfirma su condición de gran artista y poeta en doce canciones, que son un espejo de un Brasil desconocido, aquel de la esclavitud, aquel de la poesía sirviendo de descarga y al mismo tiempo como creador de fuerza. Y la historia va atravesando todo el disco, creando climas, proponiendo meterse en la piel de una historia que mezcla sabores agridulces. Como dice el texto de Joaquim Nabuco en el cuadernillo del álbum, haciendo referencia a esa historia primigenia de esclavitud: “…es ella el suspiro indefinible que exhalan en el lugar nuestras noches del norte”.

Músicos:

Caetano Veloso: voz, guitarra
Cleber Sena: batería
Paulo Calazans: teclados
Pedro Sá: guitarra
Luis Brazil: guitarra
Marcio Victor Jr., Du e Jú: percusión
Denner Campolina: contrabajo
Arthur Maia: bajo

Invitados: Lulu Santos y Zélia Duncan (voces en “Cobra coral”)

Sección de vientos: Carlos Malta, Carlos Prazeres, Lucia Morelembaum, Philip Doyle e Ismael Oliveira.
Sección de cuerdas: Bernardo Bessler, Michel Bessler, José Alves, Joao Daltro, Ricardo Amado, Antonella Pareschi, Walter Hack, Pascual Perrota, Marie Springel, Jesuína Passaroto, Ricardo Taboada, Alceu Reis, Marcio Malard y Marcos Oliveira.

Tracklist:

01. Zera a reza
02. Noites do norte
03. 13 de Maio
04. Zumbi
05. Rock ‘n’ Raul
06. Michelangelo Antonioni
07. Cantiga de boi
08. Cobra coral
09. Ia
10. Meu rio
11. Sou seu sabiá
12. Tempestades solares

***
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Conversación con Cioran: fragmentos

Entrevista a Emil Mihai CIORAN
por Hans-Jürgen Heinrichs (1983)



Traducción del francés de Dulce María Zuñiga.
Entrevistado en París, en 1983, por Hans-Jürgen Heinrichs.
Esta entrevista había permanecido inédita hasta febrero de 1999.
Se publicó en el número 373 de la revista francesa «Le Magazine Littéraire». De ahí se toman estos fragmentos.

«Cuando llegué a París, inmediatamente comprendí que el interés de la ciudad era la posibilidad que me ofrecía de vivir rodeado de gente ociosa. Yo mismo soy un ejemplo de ocioso: nunca he trabajado en mi vida, nunca tuve un oficio. Sólo una vez, en Rumania, cuando enseñé un año Filosofía en Brasov. Era insoportable. Y fue también la razón por la que vine a París. En su propio país, uno tiene el deber de hacer algo —pero eso no es necesario cuando se vive en el extranjero. Tuve la fortuna de vivir más de cuarenta años en la ociosidad y, ¿cómo podría decirlo?, sin Estado. Lo interesante en París, creo, es que uno puede vivir ahí como extranjero radical, de manera que no se pertenece a una nación, sino solamente a una ciudad. Yo me siento de algún modo parisiense, pero no francés —sobre todo no francés.

[...] Hay dos libros que, para mí, expresan lo que es París. Primeramente ese libro de Rilke, Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, y después el primer libro de Henry Miller, Trópico de Cáncer, que muestra un París diferente del de Rilke, incluso contrario, el París de burdeles, de prostitutas y padrotes, el París del fango. Y es también ése el París que yo conocí: [...] el París de hombres solos y de putas.

La verdad, yo había vivido ya lo mismo en Rumania: la vida de burdel era muy intensa en los Balcanes. Y también era el caso de París, al menos antes de la guerra. [...] Cuando llegué aquí, tuve largas conversaciones con muchas de esas mujeres. Al inicio de la guerra, yo vivía en un hotel cerca del boulevard Saint-Michel, y tenía amistad con una prostituta, una anciana canosa. Llegamos a ser buenos amigos; quiero decir: era demasiado vieja para mí. Pero era una actriz increíble, con talento para la tragedia. Yo la encontraba casi todas las noches hacia las dos o tres de la mañana, porque siempre regresaba muy tarde a mi hotel. Era al inicio de la guerra, en 1940 —o más bien no, era antes de la guerra porque, durante la guerra, no se podía salir después de medianoche. Paseábamos juntos y ella me contaba su vida, toda su vida— y la manera en que hablaba de eso, las palabras que utilizaba me fascinaban. [...] Las experiencias que tuve en mi vida con ese tipo de personas me enseñaron muchas más cosas que mis encuentros con los intelectuales.»

La lengua francesa

«Tengo una relación muy compleja con la lengua francesa. Cuando empecé a escribir en francés, me dije que no era una lengua para mí. Me sentí como si estuviera dentro de una camisa de fuerza. Pero ahora, desde hace unos años, desde que el francés está en decadencia, me siento de alguna manera ligado a esa lengua desfalleciente. Los franceses no son, diría yo, indiferentes a la decadencia de su lengua, pero ellos la aceptan, yo no. Y mientras más boicotea el mundo al francés, más cercano me siento yo de él. La razón es tal vez que todo lo que se pierde, se sustrae, o es víctima de algún delito, ejerce sobre mí un gran poder de atracción. Y el aislamiento del francés me fascina. El contacto con él fue para mí infinitamente difícil al principio. [...] En Rumania, todo el mundo hablaba francés y otras lenguas; pero, yo, venía de Transilvania donde no se hablaba más que alemán o húngaro. Tomé muy en serio ese cambio de lengua, y todo lo que escribí en francés, lo reescribí varias veces, por ejemplo, el Précis de décomposition, lo retomé cuatro veces. Para mí, era verdaderamente un desafío la idea de que debía escribir como un francés, competir con los franceses en el manejo de su lengua —una idea tal vez un poco loca. [...] Por mi temperamento, hubiera debido escribir más bien en español, en húngaro o en ruso. Porque el rigor del francés es incompatible conmigo. Pero es también precisamente eso lo que me gusta en él...»

Las mujeres

«Tengo algo en común con Sartre. Sartre dijo, poco antes de su muerte, que siempre se entendió mejor con las mujeres que con los hombres. Y es también mi caso: prefiero a las mujeres que a los hombres. ¿Sabe por qué? Porque la mujer es más desequilibrada que el hombre. Es un ser infinitamente más mórbido y enfermo que el hombre. Resiente más, incluso cosas que un hombre no puede sentir. Noté que las mujeres estaban en general más cercanas a mi manera de escribir que los hombres. Me impresioné mucho cuando leí que Sartre había dicho que prefería la conversación de las mujeres a la de los hombres.

Un día me preguntaron cómo había podido vivir sin ejercer un «oficio», respondí: «porque era padrote». Es una broma, pero hay algo de verdad en esa afirmación. Para mí, «padrote» es un concepto muy universal. Quiero decir que cuando un escritor vive con una mujer que se encarga de los gastos de los dos, ese escritor es un padrote. Muchos escritores respetables que conozco en París han vivido como parásitos de su mujer. En ese sentido, aunque nunca me he casado, también he sido un padrote...»

Rumania, el lazo con los orígenes

«Me desprendí de mis orígenes. Sin embargo, sigo estando profundamente interesado por los Bogomiles, esos maniqueos de los Balcanes, y por su idea de que el nacimiento es una catástrofe. Es casi una fatalidad que regrese así, de manera inconsciente, a mis orígenes. La idea de que no es Dios, sino Satanás, un pequeño Satanás, Satanel, quien creó el mundo, siempre me ha atraído. Es por eso que escribí ese libro, El Demiurgo malo, que se inspira un poco en la teoría bogomil. Me parece notable haber vuelto después de tantos años, a mi patria fundamental, a ese mundo espiritual del Danubio, de los Cárpatos. La idea de una mística del pre-nacimiento pertenece a ese mundo: el Oriente. Aunque haya querido librarme de mis orígenes, mis esfuerzos realmente no lo han logrado. Todas esas ideas, el Maniqueísmo y también la Gnosis o, al menos, una Gnosis un poco degenerada, vienen en parte de los Balcanes. Uno no puede deshacerse de sus orígenes, de su comienzo. He escrito mucho contra mi país natal. Por ejemplo: afirmé que ser rumano era ridículo, pero al mismo tiempo debo reconocer que soy muy fatalista en la vida. El fatalismo es la religión nacional en Rumania, todo mundo ahí es fatalista en la vida cotidiana y a propósito de todo. Conclusión: uno no puede liberarse de sí mismo...»

Las contradicciones

«Siempre he vivido en medio de contradicciones y nunca he sufrido, Si hubiera sido un sistemático, tendría que haber mentido para encontrar una solución. Ahora bien, no sólo acepté ese carácter insoluble de las cosas, sino que incluso encontré en ello cierta voluptuosidad, la voluptuosidad de lo insoluble. Nunca busqué reunir o, como dicen los franceses, conciliar lo irreconciliable. Siempre tomé las contradicciones como venían, tanto en mi vida privada como en teoría. Nunca tuve una meta, nunca busqué ningún resultado. Creo que no puede haberlos, ni en general ni en lo personal. Todo es no sin sentido —la palabra me disgusta un poco— sino sin necesidad [...]

Normalmente, de haber sido enteramente consecuente conmigo mismo, no hubiera debido hacer nada en absoluto. Al hacer algo, de alguna forma me contradije, viví en la contradicción.

Pero, toda vida, creo, está, en el fondo, condenada a la contradicción. Quisiera contar algo un tanto idiota: uno va a un cementerio —es un hecho banal— y se entera por una lápida que un amigo, con quien había estado riendo unos días antes, ha desaparecido sin dejar rastro, ¿cómo se puede, después de eso, construir un sistema? ¡Para mí es inconcebible! Uno de mis conocidos, a quien yo quería mucho, un judío polaco, un hombre muy interesante y simpático, con quien yo había bromeado acerca de todo —él era mucho más nihilista que yo— pero... ante su tumba, para mí era, ¿cómo decirlo...?

Es banal, todo el mundo ha experimentado esa sensación... Pero cuando traducimos eso en filosofía, ¿cuál es la conclusión? La conclusión es ésta: incluso el nihilismo es un dogma. Todo es ridículo, sin sustancia, pura ficción. Es por eso que no soy un nihilista, porque la nada es aún un programa. En la base, nada es importante. Todo existe sólo en la superficie, todo es posible, todo es un drama.

Existe, claro, el amor —y con frecuencia me he preguntado: cuando uno ya adivinó todo y todo ha penetrado con la mirada ¿cómo se puede uno prendar de algo? Sin embargo, sucede [...] Es incluso lo más verdadero e interesante en la vida. Quisiera terminar esta reflexión con un toque de optimismo: la vida es realmente interesante y atractiva porque, por encima de todo, no tiene ningún sentido. Y, para hablar de eso, doy siempre un ejemplo: se puede dudar absolutamente de todo, afirmarse como nihilista, y sin embargo enamorarse como el mayor idiota. Esa imposibilidad teórica de la pasión, pero que la vida real no cesa de hacer palpable en nosotros, hace que la vida tenga un encanto verdadero, irrefutable, irresistible. Uno sufre, se ríe de ese sufrimiento, hace lo que quiere, pero esa contradicción fundamental es tal vez lo que hace que la vida valga aún la pena de ser vivida...»

El cinismo

«Nunca he escrito asumiéndome como autor; créame, no busco la gloria, no me tomo por un autor, y no soporto eso en los demás. Nunca he sido prudente y siempre he dicho simplemente lo que me pasa por la cabeza. De cierta manera, busqué la forma de desenmascarar la existencia, y es por eso que me consideran un cínico. Pero si soy un cínico en mi expresión en general, en la vida no lo soy en absoluto. Y sin embargo, reconozco el valor del cinismo como un punto de vista. Siempre he dicho que se debe escribir lo que se vive como una verdad en el momento, incluso lo que no se debe decir por difícil, frívolo o insolente. Cuando escribo algo o cuando reflexiono, no marco ningún límite a la expresión del sentimiento de la verdad. Nunca, nunca he pensado en las consecuencias. Y nadie se ha suicidado jamás por mi culpa. Al contrario, conozco gente que me ha dicho: ‘gracias a usted, no me suicidé'. Y cuando me lee la gente deprimida, comprende que no puede sumirse más en la depresión. Para hablar como Kierkegaard, la depresión es una estación en el camino de la vida. Yo tampoco tengo la impresión de que he hecho, si puedo llamarle así, una carrera ‘negativa'. Y por otro lado, sabe, en definitiva todo es igual, ¿no?...»

El pesimismo

«Dicen de mí que soy un pesimista: ¡no es cierto! Esas categorías escolares son grotescas. Sé exactamente lo que es el pesimismo. Pero, como usted acaba de decirlo: hay una diferencia fundamental entre el pesimismo como sistema y la experiencia cotidiana del pesimismo, que nace simplemente de la experiencia de ser un ser vivo. No se puede ser pesimista en la vida, puesto que estamos vivos: no tiene sentido. Uno es como los demás, y hablo aquí de cosas vividas. Me propuse hacer la apología del escepticismo y también la del pesimismo, pero eso no es importante. Lo importante es lo que vivimos, lo que experimentamos, y cómo lo sentimos.»

Nietzsche

«Nietzsche ejerció una gran influencia sobre mí en mi juventud. Pero, hoy, estoy muy lejos de él. ¿Por qué? Porque construyó su teoría. Nietzsche tiene un ideal, una idea de los hombres, del valor, en función de los cuales escribió, dio forma y elaboró toda su obra. Y así, progresivamente, me llegó la impresión de que todo eso era un tanto falso. Como profeta o analista —porque, incluso cuando se siente analista sigue siendo profeta—, Nietzsche quiere ‘aportar' algo absoluto, crear algo, jugar un papel en la cultura, etc. Eso provocó que ahora yo no puedo leer con gusto más que sus cartas, porque en sus cartas aparece como el contrario de lo que es en sus escritos. En sus cartas, vemos a Nietzsche tal como era: un pobre tipo. Y todos esos héroes, esos héroes del pensamiento, que juegan un papel en sus libros, esa gran ilusión me parece en consecuencia falsa. Aunque sea -irrefutablemente- genial, Nietzsche no es, en cierta forma, verídico. Para mí, el verdadero Nietzsche se encuentra en sus cartas, en ellas es él, verdaderamente. Es por eso que me alejé de gran parte de su obra. Nietzsche se dotó a sí mismo de una Weltanschung, una concepción del mundo. No se liberó de sus ideas y de sus proyectos, siguió dependiendo de ellos, como esclavo. Para mí, no se volvió un hombre libre, al menos en sus libros. [...] Tal vez exagero un poco; pero tengo la impresión de que hay algo de verdad en lo que digo. Nietzsche era ni héroe de la juventud; ya no lo es hoy; aunque sea genialmente mordaz y cínico, lo encuentro sin embargo demasiado juvenil para mí, demasiado cándido...”

Los alemanes

«Nietzsche no expresó su experiencia de la vida, nunca tuvo más que una idea en la cabeza: hay que dominar, dominar, dominar —en el fondo es muy alemán. Tal vez ese es el error fundamental de los alemanes y también del pensamiento alemán: hay que dominar, hay que construir, hay que edificar. De ahí que la historia alemana es un naufragio sin igual, una catástrofe, porque los alemanes quisieron construir su historia. A los alemanes les falta sabiduría; tienen genio, pero no sabiduría. No viven ni la historia ni la vida misma: siempre quieren construir, erigir. Y, en filosofía, eso no se puede hacer más que por medio de un sistema. Que todo deba ser homogéneo es, yo diría, un pecado idiota, una tara. Los alemanes son demasiado sistemáticos, experimentaron y se construyeron una historia sistemática y han sufrido las consecuencias de ello. Los alemanes siempre estuvieron fuera de la vida. [...] Hay algo irreal en todo el destino alemán. Es también, por eso, un pueblo trágico. Son demasiado serios para referirse de sí mismos: no hay una ironía alemana. Los alemanes han escrito sobre la ironía, pero nunca la han experimentado o practicado —no han hecho más que hablar de ella y pensarla en forma abstracta. Y ese es el origen del naufragio alemán.»

Heidegger

«Heidegger creyó demasiado en las palabras. [...] Las dificultades, no las resolvió, simplemente las rebasó ayudándose con la creación de palabras. Eso me parece altamente deshonesto. No niego que Heidegger haya sido un genio, pero yo lo considero un genio estafador. En lugar de contestar las preguntas, se contentó con formularlas, con crear palabras y desplazar los problemas. Respondió a ellas produciendo vocabulario. [...] Para mí, Heidegger era realmente demasiado inocente, aunque al mismo tiempo sagaz como un campesino. [...] Era un hombre, me atrevo a decir, inconscientemente astuto.»

La ventaja de la inseguridad

«Al distribuir toda su fortuna, Wittgenstein se salvó espiritualmente. Sabe, yo estaba mucho mejor del punto de vista espiritual, y vivía de manera más intensa cuando no poseía más que una pequeña maleta y todo el año lo pasaba con dos cambios de ropa, a veces uno solo. Ahora (no soy rico, pago exiguos impuestos, gasto poco pero vivo bastante bien, como lo que quiero, viajo), finalmente mi vida, de algún modo, se volvió más segura. Y eso proyectó grandes sombras sobre mí: sombras espirituales. Antes, yo vivía al día en París. Pero estaba más fresco espiritualmente, más joven también por supuesto: era otro hombre. No sabía nunca de qué estaría hecho el mañana. Viví veinticinco años en hoteles y siempre andaba como un animal, como una bestia salvaje. [...] La seguridad representa un peligro increíble en el plan espiritual, al igual que una salud perfecta es una catástrofe para el espíritu. [...] También, un intelectual o, digamos, un escritor, debe guardar el sentimiento de no tener un suelo donde pisar con firmeza. Si, por el contrario, comienza a instalarse, a ¿cómo decir?, establecerse, está perdido. Así pues, cuando se hace una obra y se convierte en un gran escritor se dice que «se es alguien». Pero todo eso es deplorable. [...] La inseguridad es una necesidad absoluta: un escritor cuya vida se vuelve segura, es un escritor perdido.»

Los aforismos y la novela

«Todo lo que escribí es resultado de la casualidad. Por ejemplo: en principio, no escribo los aforismos como tales: escribo una página... luego tiro todo y vuelvo a empezar. Para escribir una novela hay que elegir los detalles. Yo no me intereso en los detalles, voy de inmediato a la conclusión. Si escribiera una obra de teatro, la empezaría en el quinto acto porque desde el inicio ya estoy entreviendo el final. Con tal concepción de las cosas, no se puede ni escribir un libro ni practicar las bellas letras ni, en general, ningún género literario. Es por eso que no soy un escritor, soy un... no sé... un hombre de fragmentos...»

"El Aciago Demiurgo" por Emil Cioran

Emil Cioran: "El Aciago Demiurgo"

Emil Cioran: un pensador despierto




Algunos Aforismos

El pesimista debe inventarse cada día nuevas razones de existir: es una víctima del «sentido» de la vida.

*

En este «gran dormitorio», como llama un texto taoísta al universo, la pesadilla es la única forma de lucidez.




Para vengarnos de quienes son más felices que nosotros, les inoculamos -a falta de otra cosa- nuestras angustias. Porque nuestros dolores, desgraciadamente, no son contagiosos.

*

Fuera de la dilatación del yo, fruto de la parálisis general, no existe ningún remedio contra las crisis del abatimiento, contra la asfixia de la nada, contra el horror de no ser más que un alma dentro de un salivazo.

Aunque pudiera luchar contra un ataque de depresión, ¿en nombre de qué vitalidad me ensañaría con una obsesión que me pertenece, que me precede?. Encontrándome bien, escojo el camino que me place; una vez «tocado», ya no soy yo quién decide: es mi mal. Para los obsesos no existe opción alguna: su obsesión ha elegido ya por ellos. Uno se escoge cuando dispone de virtualidades indiferentes; pero la nitidez de un mal es superior a la diversidad de caminos a elegir. Preguntarse si se es libre o no: bagatela a los ojos de un espíritu a quien arrastran las calorías de sus delirios. Para él, ensalzar la libertad es dar pruebas de una salud indecente.
¿La libertad? Sofisma de la gente sana.

*

En la Antigüedad, el filósofo que no escribía, pero pensaba, no se exponía al desprecio; desde que nos postramos ante la eficacia, la obra se ha convertido en el absoluto del vulgo; a quienes no producen se les considera «fracasados». Sin embargo, esos «fracasados» habrían sido los sabios de otros tiempos; ellos rehabilitarán nuestra época por no haber dejado trazas en ella.

En un mundo sin melancolía los ruiseñores se pondrían a eructar.

*

¿Alguien emplea continuamente la palabra «vida»? Sabed que es un enfermo.

¿Nuestros ascos? Desvíos del asco que nos tenemos a nosotros mismos.

*

Si alguna vez has estado triste sin motivo, es que lo has estado toda tu vida sin saberlo.

Nosotros nos parapetamos detrás de nuestro rostro: al loco le traiciona el suyo. El se ofrece, se denuncia a los demás. Habiendo perdido su máscara, muestra su angustia, se la impone al primero que llega, exhibe sus enigmas. Tanta indiscreción irrita. Es normal que se les espose y se les aísle.

*

Apenas se medita ya de pie, y menos aún andando. Fue nuestros empeño en conservar la posición vertical lo que originó la Acción; por ello, para protestar contra sus perjuicios, deberíamos imitar la postura de los cadáveres.

Don Quijote representa la juventud de una civilización: él se inventaba acontecimientos; nosotros no sabemos como escapar a los que nos acosan.

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miércoles, 25 de mayo de 2011

"Indignaos", de Stéphane Hessel



Hessel_Stephane-Indignaos

La Teoría Sintérgica: Jacobo Grinberg Zylberbaum


Un gran especialista sobre la forma en que el cerebro interactúa con los campos de información creando lo que nosotros llamamos realidad.

“Muchos de nuestros pensamientos ni siquiera son nuestros, provienen del colectivo, porque existe una constante interacción entre todos los cerebros”
Jacobo Grinberg Zylberbaum


Neurofisiólogo de la Universidad de México, Jacobo Grinberg se especializó en el estudio de la relación entre la mente y materia y su instrumento principal: el cerebro. Investigó en su laboratorio de la universidad las capacidades paranormales de yoghis y chamanes, la comunicación telepática entre distintos cerebros y la visión extra ocular infantil y su posible entrenamiento.

Desapareció el 8 de diciembre de 1994; a partir de ese momento se perdieron todas las pistas sobre su paradero.

Hoy de él nos quedan sus complejos e interesantes trabajos sobre el cerebro y la conciencia, cuyas conclusiones hablan de una única realidad que hace inviable la tradicional división mente-cuerpo.

Teoría Sintérgica.-

Este científico mantenía que interactuamos con una matriz informacional o campo de información que todo lo abarca y envuelve, y que contiene en cada una de sus porciones toda la información. Es una matriz de tipo holográfico. Pero en ese nivel de cualidad de la experiencia no hay objetos separados unos de otros, sino que se trata de un extraordinario campo de información de enorme complejidad. Jacobo dejó escrito como nuestro cerebro interactúa con ese campo de información, que algunos llaman campo cuántico y otros, como David Böhm, el orden implicado.

El cerebro interactúa con este campo y a partir de esa interacción, como resultado final del procesamiento cerebral, aparece la realidad perceptual, la que percibimos tal y como conocemos, es decir, los objetos, las formas, colores y texturas.

En el campo de información se encuentra la información de esos objetos, pero no la cualidad. El cerebro está encargado de alguna manera de descodificar ese campo de información y el resultado final es la realidad que percibimos. Nosotros, en general, debido a nuestra incapacidad para entender el proceso, confundimos ese resultado final con un estímulo primario. Pero lo cierto es que no tenemos acceso al proceso de creación de la realidad perceptual, sino solamente a su resultado final. Y es precisamente esta confusión lo que nos lleva a pensar que el resultado final no es un producto creado por nosotros, sino una realidad independiente o ajena a nosotros, cuando en realidad somos nosotros quienes la elaboramos.

A partir de su teoría, que describía la estructura básica y fundamental del espacio-tiempo como un campo de información colosal y convergente, se deducía que una mente entrenada podía no sólo acceder, sin moverse de su sitio, a la observación de cualquier región del Universo. En cada punto del espacio, como en un holograma, convergía toda la información del Cosmos, coexistiendo el presente con la memoria del pasado … y del futuro.